Salud y bienestar

Una vida con menos químicos

Un aspecto de la salud que no es tan evidente como la nutrición o el ejercicio, es la exposición a productos químicos nocivos. No es tan evidente porque mediante la publicidad, muchos de estos productos se asocian a salud, belleza, cuidado y naturaleza. Dentífricos, cremas solares, hidratantes, desodorantes y muchos otros productos, que nos aplicamos diariamente en nuestra piel, están cargados de quimicos nocivos para nuestro organismo y para el ambiente. Limpiamos nuestra casa, nuestra ropa, nuestra comida y nuestro cuerpo con productos químicos, los respiramos y los tragamos. Sólo cuando asumimos la responsabilidad íntegra sobre nuestra salud, empezamos a  cuestionarnos los efectos que puede tener la enorme lista de componenetes químicos a los que nos exponemos. Sigue leyendo

Higiene bucal: hacer pasta de dientes y enjuague caseros

La pasta de dientes

Cuando decidimos cambiar los productos industriales por productos hechos en casa, una de las primeras cosas que quisimos sustituir fue la pasta de dientes. Buscando por internet, leímos a un chico que usaba bicarbonato de sodio. Lo probé y en pocos días tenía las encías doloridas, así que lo descartamos. Un amigo bioquímico nos contó que él hacía su dentífirco con arcilla, glicerol y aceites esenciales. Nos dió a probar. Si bien el glicerol le da una textura similar al dentífrico comercial, no nos entusiasmaba la idea de tener que comprar otro componente sólo para dar textura. Una chica nos comentó que ella usaba solamente arcilla, mojando bien el cepillo de dientes, y que luego se enjuagaba con agua y sal marina. Probé durante algún tiempo cepillarme sólo con arcilla. Resulta práctico porque no requiere preparación pero no es muy agradable. Sigue leyendo

Higiene de la piel y del cabello

Cuidado facial

Este tema me ha preocupado desde la adolescencia. En una época tuve bastante acné y luego de vez en cuando algún brote, que siempre asocié con haber comido chocolate, o mantequilla, o al maquillaje. Vivía probando una crema hidratante diferente, otra exfoliante, una nueva mascarilla. Al principio siempre funcionan de maravilla (pasado un tiempo ya no tanto) y siempre estaba «enganchada» a varios productos faciales. Además, siempre los más caros resultaban mejores (o eso me quería creer para no sufrir por lo que había pagado). Seguía una rutina de limpieza a la mañana y otra a la noche, y siempre me acostaba con algún potingue por toda la cara. Por dios, qué agobio! Sigue leyendo